miércoles, 2 de abril de 2014

Siempre regreso.

Parece que cuando todo está en mal estado, es cuando requiero volver aquí. Este es un espacio cibernético sin mayor importancia, pero también es un desahogo (en mi opinión personal). Ayer se murió mi pez. Es solo un pez, como muchas personas me dijeron, pero para mi era algo más. En momentos de caos o de ansiedad, podía mirarlo nadar y sentirme mejor. Podía verlo dando vueltas a su pescera sin sentirse agobiado. Estába tranquilo. Hoy a las 7 am, lo enterré en la pequeña caja de mi Motorola G, en el jardín afuera de mi casa. Algunas personas preguntaron: ¿Por qué no lo jalaste por el inodoro? A lo que respondí: Por qué, por más pequeño que sea su existencia, le tenía respeto y cariño. No merece que esté en un lugar tan indigno como un inodoro. Así le dí un lugar donde reposar. Ayer tuve un ataque de ansiedad de nuevo. No me pasaban desde esos días. Como consecuencia no puedo mover muy bien la mano derecha. La muerte de mi pequeño amigo, sumado a la falta de valor de mis actos y esfuerzos, hicieron que no pudiera controlarme. A raíz de ello, me siento más débil emocionalmente. Triste. Cansada. Cuando alguien recurre a ti por ayuda y está en tus manos, no hay nada de malo que lo apoyes. Sea quien sea. Así que, quice hacer mi buena obra del día ¿Para qué pensé en eso? ¡¿En qué pensaba?! No solo me topé con lecturas que me hicieron más daño. Lo sé, la curiosidad mató al gato. Ahora siento que no podré confíar en nadie jamás ¿Alguien me certifica que no me harán daño? ¿Qué no me engañarán por este medio? ¿No? Hay muchas formas de traición. En menos de 3 meses, viví ambas formas. Solo fuí un objeto para ambos ¿Quién me certifica que no lo seré ahora? No puedo dejar de pensar en esto ¿Qué debo hacer? ¿Huir? ¿Desaparecer? ¿Qué debo hacer?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los sueños incompletos.

Este es un espacio incompleto y vago.